viernes, 7 de agosto de 2020

En memoria de JOSÉ MARÍA ZAMORA GARCÍA, más que mi amigo, MI HERMANO

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán


A un mes de tu partida, te extraño y te sigo pensando, mi amigo, mi hermano, José María Zamora García "Chema". No comprendo muchos "¿por qué?" que se acumulan en el pensamiento y en el corazón. Creo que nuestras historias se truncaron, quedaron inconclusas y pendientes muchas cosas por hacer y por compartir.


Se que no soy el único al que le duele tu ausencia. Me duele mi propio dolor, pero también me duele lo que sufren tus padres, tu esposa, tus hijos, tus hermanos, tu familia, tus amigos y muchas personas que te conocieron. Nos duele que tu luz se haya apagado terrenalmente, porque fuiste una gran persona que supo iluminarnos en donde quiera que estuvieras. Pero, en fin, que sea la Voluntad de Dios, y que nos conceda consuelo y fortaleza.


No hubo tiempo para despedidas, para un último abrazo o una última mirada. No hubo un adiós por última vez, para decirnos lo mucho que significamos cada quien, en nuestras vidas, como varias veces si pudimos decirlo de frente. Una vez más, como ya ocurrió antes, la vida me arrebató otro ser amado, de la noche a la mañana, de un momento a otro.

Me siento sin fuerzas ni valor para continuar, sin paz, sin voz, sin alas para volar. Después de vos ¿qué hago? Aunque no te viera ni te hablara todos los días, contaba con vos en todo momento, a toda hora. Siempre me recibiste con una sonrisa, con las palabras precisas y con los silencios necesarios. Nos conocimos siendo niños y nos fuimos haciendo viejos a través de la mayor parte de nuestras vidas, casi 50 años. Compartimos lo mejor y lo peor de nuestras vidas, una montaña de experiencias y aventuras, en las buenas y en las malas. Siempre.

Me siento solo, no soy el mismo desde que ya no estás. A vos te contaba mis sueños, mis ilusiones, mis proyectos, mis dudas, mis secretos, mis locuras, pero ya no estás. Tenías la virtud de saber escuchar, de respetar. Cuando no estabas de acuerdo, lo hacías ver con franqueza y de frente, pero sin conflicto. Cuando simpatizaste con mis ideas o mis planes, siempre conté con tu apoyo y tu estímulo, por eso celebraste mis aciertos y triunfos como que fueran tuyos, sin egoísmos ni envidias.

Ya pasó un mes desde que te fuiste, el 7 de julio. A veces, quisiera pensar que estás dormido, que vas a despertar, que te volveré a escuchar. Que todo esto es solo una pesadilla. Una mala broma. Que volveremos a reír juntos. Pero la cruel verdad me hace reaccionar, como si fuera una bofetada en el rostro. Tu viaje ya no tiene retorno. Como hombre, te lloro y te llamo sin recibir respuesta. Me haces mucha falta Chema!!!

Como dicen los versos de Amado Nervo: "La santidad de la muerte llenó de paz tu semblante, y yo no puedo ya verte de mi memoria delante, sino en el sosiego inerte y glacial de aquel instante".

En este mundo y en esta vida, no somos nada y somos todo. En un instante te perdí y en un instante te seguiré. Dios te guarde, ahora que ya estás en su presencia, donde gozarás de vida eterna con abundante paz y bienestar. Cuando sea el momento por Dios dispuesto, tengo la esperanza de reencontrarte. Hasta entonces...

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