viernes, 28 de agosto de 2020

Alrededor de 900 Cultoras de Belleza y Estilistas ha graduado la Escuela de Cooperativa UPA


Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán[1]

El 15 de noviembre de 1981, fue inaugurado el Centro de Capacitación Técnica y Orientación Cooperativa "Manuel Herrera Arguijo", conocido posteriormente como Escuela de Cooperativa UPA. A lo largo de cuatro décadas, numerosos y variados han sido los cursos que se han impartido beneficiando a miles de hombres y mujeres, promoviendo su desarrollo educativo, técnico e integral.[2]

En la década de 1980, eran pocos lo salones de belleza en la ciudad de Amatitlán: Any Hernández, Vitalina Gómez de Galich, Vicente Gardelius VAldéz Reyes, Oscar Alberto Gómez, y don Juan Bernardo García, quien incluso decidió actualizarse en la Academia de Luis Ferman, en la ciudad capital, graduándose en 1985.[3]

Este 24 de agosto, con motivo de celebrarse el Día Internacional del Estilista, tuvimos la oportunidad de conversar con Norma Ninett Galich Gómez, instructora durante treinta años de los cursos para cultoras de belleza y estilistas en la Escuela de Cooperativa UPA.

"Mi primera maestra fue mi mamá, Vitalina Gómez de Galich, luego ella quería que tuviera un diploma. Entré a la Escuela de Cooperativa UPA, en donde me gradué en 1990. Obtuve el mejor punteo de mi grupo, 100 puntos, gracias a las enseñanzas de mi madre y a lo aprendido en la UPA. Eso me abrió las puertas para quedarme trabajando en la misma Escuela", relata Galich Gómez.

Sin lugar a dudas, buena parte del éxito y la proyección de la Escuela de la UPA, se basan en la entrega, valor, dedicatoria, dinamismo y permanente esfuerzo de su directora, la licenciada Marta Julia Velásquez de Godoy, quien ha gestionado todo lo necesario adentro y afuera de Cooperativa UPA durante tres décadas. En la mayoría de los casos, supo brindar un apoyo personalizado a quienes manifestaban mayor interés por superarse.

"Tengo mucho que agradecerle a la licenciada Marta Julia, por su confianza y permanente apoyo durante todos estos años. Especialmente al principio, dándome la oportunidad de desarrollarme integralmente como mujer. Fueron diversos los temas y campos de aprendizaje, entre ellos etiqueta, como hablar en público, administración, relaciones públicas y otros importantes complementos a mis conocimientos sobre estética", declara Miss Norma.


En los primeros años, inicios de las décadas de 1990, los grupos inscritos podían ser de entre 20 y 40 alumnas. En los años recientes se han integrado hasta cuatro grupos, tres de primero y uno de segundo año. Las alumnas son de Amatitlán y también han venido del Puerto de San José, Palín, Escuintla, San Vicente Pacaya, Santa Lucía Cotzumalguapa, Villa Nueva, Bárcena, la ciudad capital, e incluso de Huehuetenango y Quiché, en ese caso salen de sus comunidades un día antes y vienen los fines de semana.


Las alumnas pagan una inscripción y cuotas mensuales módicas. El mayor desembolso consiste en la adquisición de su equipo personal, así como los productos e insumos para las prácticas o laboratorios, que en los dos años que dura el curso completo puede llegar a sumar entre 12 y 15 mil quetzales. Pero vale la pena, es una inversión en su propio futuro.


A lo largo de 30 años, entre los años 1991 y 2020, estimando entre 25 y 30 por año, se han graduado un promedio de entre 750 a 900 cultoras de belleza y estilistas en la Escuela de la UPA, alumnas de Miss Norma Galich, como le dicen con cariño. La mayoría encontró en dicha profesión la fuente de ingresos para su sustento y desarrollo personal y familia. Son numerosos los casos de quienes establecieron sus salones de belleza y/o estética en nuestra ciudad y en muchas ciudades circunvecinas.

Al preguntarle a Miss Norma ¿qué ha significado para usted ser instructora durante todos estos años? contestó: "Es mi vida hecha realidad. Satisfacción y pasión por mi trabajo, porque Dios me dio talento y capacidad en mi mente y mis manos para embellecer y enseñar al que desea aprender. Mi mayor satisfacción, es apoyar de manera especial a las alumnas que creen no lo pueden lograr, por cualquier circunstancia o dificultad, y cuando lo logran es un triunfo compartido. Porque todo lo puedo en Cristo, que me fortalece".

Y agrega con mucho entusiasmo: "Me da mucha satisfacción, ver que el primer día de clases llegan mujeres con deseos de superarse, pero con muchos temores y autoestima baja; luchando con prejuicios y dudas ¿para qué vas a estudiar esto, si no vas a poder? Pero, en el transcurso del curso, se motivan y aprenden a valorarse, cambian mental y físicamente, y se dan cuenta que pueden hacer lo que ellas se proponen. Ahí es donde al final se ve la transformación no solo por fuera sino también por dentro. Por eso en mi manual dice "para encontrar la belleza interior y exterior".



[1] Acuerdo 33-21-08-2014
[2] Fajardo Gil, Oscar. Crónicas de Nuestro Pueblo. Amatitlán, septiembre 2009
[3] Fajardo Gil, Oscar. Navajas, peines y tijeras. Amatitlán, junio 2013

jueves, 27 de agosto de 2020

Recordando a OSCAR RIVERA, a más de cinco años de su última serenata


Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Originario de Atescatempa, Jutiapa, Oscar David Guerra Rivera, conocido artísticamente solo como Oscar Rivera, nació el 7 de abril de 1952, sus padres fueron David Guerra y Otilia Rivera; se estableció en Amatitlán siendo bastante joven. Conocido también con el sobrenombre de “Lucha Villa” por el tono de su voz y algunos ademanes a la hora de cantar, especialmente en sus primeros años artísticos.


 
Gracias a mi amigo Carlos Ernesto Villalta por recordar que, a mediados de la década de 1970, Oscar Rivera fue uno de los finalistas de un concurso de aficionados en el programa Campiña de Canal 11 de televisión, lo que le valió para ser reconocido en varios lugares y abrirle campo como cantante de rancheras.

Bajo el sello Cruz de Oro, Oscar Rivera grabó un disco de acetato de 45 RPM con los temas “Amor y Tormento” y “Canción de abril”, ambas composiciones del maestro Jorge Cruz Sáenz, con el acompañamiento musical del conjunto de Chicho Estrada. Por cierto, “Canción de abril” se la dedicó a su hija Geysa Yonara.

Precisamente gracias a Geysa Rivera, tuve acceso a una copia digital del periódico Comentarios y Variedades del 1 de febrero de 1981, en donde don Quique Lucero lo presentó como “Nuestro entrevistado del mes: Oscar David Rivera”.

En dicha entrevista contó que debutó en Radio Tamazulapa de Jutiapa, a los once años de edad, cantando una canción de su inspiración y acompañado por un conjunto norteño de aquella localidad. Al año siguiente, durante algunos meses se presentó como cantante en un circo.

A los 18 años de edad, en 1970, tuvo presentaciones en el programa de "Lalo, Juanito y Bombín" de Radio Mundial. Esa fue la época en la que llegó a residir a Amatitlán, en donde debutó en una velada en la escuela Rafael Iriarte (nocturna), en donde cantó los temas "La palma" y "Me caí de la nube", y el público comparó su voz con la de Lucha Villa. Cantando, se incorporó a varios grupos musicales amatitlanecos, entre ellos: Sonora Santa Cruz, Agrupación del trópico" y marimba Pachacutec. También lo hizo en el grupo "Yerbabuena" de Escuintla y el Combo Melódico Tropical de Palín.

Al referirse a su participación en Campiña, bajo la conducción por el locutor Chalo Hernández, obtuvo un honroso quinto lugar en la gran final de aficionados. El 18 de diciembre de 1980, en el Segundo Festival de la Canción del Centro, organizado por la Dirección General de la Policía Nacional, con la participación de doce finalistas, el jurado lo calificó ganador, con el primer lugar, interpretando el bolero "Tuyo por amor" del compositor amatitlaneco Miguel Marroquín Godoy.

Ese primer lugar le significó un contrato por un año en el programa "La hora cultural de la Policía nacional", presentándose con el elenco artística de dicha institución en varios escenarios a nivel nacional durante 1981.

A partir de entonces, durante tres décadas y media, a veces formando parte de grupos norteños o de mariachis, otras veces solo, Oscar Rivera con su voz y su guitarra llevó la música por muchas partes de nuestra ciudad y nuestro municipio, muchas veces en celebraciones y festividades, y en algunas otras, poniéndole sentimiento a momentos tristes de quienes lo contrataban.


Después de vivir 45 años en Amatitlán, más del 70% de su vida; Oscar Rivera falleció el 16 de julio de 2015, a causa de un derrame cerebral. Al día siguiente, sus compañeros trabajadores de la playa del lago, familiares y amistades organizaron una caravana para darle el último adiós, antes de llevarlo al cementerio general para darle cristiana sepultura. Frente al Monumento a la Amistad (mano y cajeta) fueron cantadas varias canciones de despedida y quemaron cohetillos pirotécnicos.

miércoles, 26 de agosto de 2020

1,076 contagiados y 65 fallecidos por Covid-19 en Amatitlán, el RIESGO SIGUE SIENDO MUY ALTO

Por. Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Durante las recientes ocho semanas, desde el 30 de junio, los casos de Covid-19 en el municipio de Amatitlán se han incrementado a un ritmo promedio de más de 134 por semana y más de 19 diarios, si solo se toman en cuenta los datos oficiales publicados por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. 


Hasta la medianoche del 25 de agosto se reportan 1,076 casos acumulados y 65 personas fallecidas (6%) por causa del coronavirus. las 3,185 pruebas efectuadas por entidades del gobierno representan tan solo el 2.15% de la población estimada en este municipio: 147,604 habitantes.

Sin embargo, es un secreto a voces que son muchas las personas las que prefieren hacerse los exámenes en empresas particulares o laboratorios privados. En caso de ser positivo el resultado, no confían con acudir a los hospitales o centros de atención del sistema nacional de salud, prefieren ser atendidos en sanatorios y hospitales privados.

Un número indeterminado de casos no son reportados o quedan en sub-registro como neumonías, complicaciones pulmonares y afecciones respiratorias en general.

Sea como sea, son muchas las personas que han enfermado y más las que aún estamos expuestas a ser contagiadas. Los números fríos indican que la pandemia aún no llega a su punto máximo, la famosa "curva" no se ha aplanado, por el contrario, continúa en ascenso. EL RIESGO EN MUY ALTO. Las consecuencias pueden ser muy lamentables.

Estamos lejos de la normalidad. No parece recomendable la apertura o reactivación que, por diferentes medios, se anuncia. Aún es tiempo de reflexionar y actuar con PRUDENCIA.

viernes, 21 de agosto de 2020

In memoriam CARLOS HUMBERTO DE LA CRUZ FUENTES "Klesse"


Por: Oscar Fajardo Gil,
Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Mi amigo, colega, y vecino Carlos Humberto De la Cruz Fuentes, nació el 07 noviembre 1939, hijo de Carlos De la Cruz y Socorro Fuentes. Se crió con sus abuelos paternos: Marcos De la Cruz y Gregoria de De la Cruz, quienes fueron padres de los músicos Santiago De la Cruz y Faustino De la Cruz, éste último llegó a ser Director de la Banda de Música Civil de Amatitlán.

“En aquella casa había varios instrumentos musicales, y mis primos tenían vocación y talento musical. Pude haber desarrollado alguna habilidad musical, pero no ocurrió así”, me comentó Carlos Humberto cuando lo entrevisté para mi libro "Navajas, peines y tijeras", publicado el 24 de junio 2013.

Don Marcos, su abuelo, era peluquero y durante muchos años tuvo su barbería y peluquería en la esquina de la 7ª calle y 8ª avenida del barrio Hospital. Fue él quien le enseñó el oficio a Carlos Humberto, cuando era apenas un patojo de 12 años de edad.

A mediados de la década de 1950 se trasladó a la capital, prácticamente para terminar de aprender el oficio y para luego hacerse cargo de la peluquería que tenía su papá, La Juventud, en la 19ª calle entre 3ª y 4ª avenida de la zona 1, por El Amate. Estudió los básicos en un instituto público de la zona 3.

“Para entonces yo ya me echaba los tragos y fumaba. Lamentablemente fui rodeándome de amigos y algunos clientes con quienes le dimos duro a la farra y la vida de bohemios. Hasta que me acabé la peluquería”, me contó Carlos Humberto.


Retornó a Amatitlán, entre 1963 y 1965, para establecer su propia peluquería, la cual estuvo en varias direcciones: 2ª avenida y 5ª calle esquina, propiedad de familia Pineda; 2ª avenida entre 5ª y 6ª calles, frente a la sastrería de don Domingo Rodas; 7ª calle entre 2ª y 3ª avenidas, frente al parque central; 7ª calle entre 3ª y 4ª avenidas, en propiedad de la familia Mazariegos. Era yo apenas un niño cuando me llevaba mi papá a cortarme el pelo donde “Klesse”, mote que alguna vez se ganó su hermano Miguel por su peculiar forma de pronunciar la palabra “crece”. Ni que decir que, por extensión, Carlos también pasó a ser “Klesse”.

Curiosamente, Carlos H. De la Cruz dejó el oficio de peluquero para dedicarse al periodismo gráfico. ¿O será porque como peluquero tenía acceso a la información? Quien sabe. Todo parece indicar que en realidad lo que ocurrió es que siguió los pasos de su hermano Miguel Enrique, quien ya bregaba en el medio periodístico.

“Pasaban a la peluquería, los bomberos o la policía, avisándome de algún accidente o algún suceso noticioso. Entonces yo le pedía por favor, al cliente que estaba atendiendo que me esperara un rato, mientras yo iba a tomar la foto y los datos de la noticia. Hubo quienes me esperaron hasta una o dos horas, claro que algunos mejor decidieron irse”.


Ya en 1975 había logrado colocarse como corresponsal del diario La Nación, sin sueldo formal. Fue así como le dio cobertura al terremoto del 04 febrero 1976, iniciando con fotos de los daños en el barrio Ingenio y el incendio de farmacia Universal; ese mismo día fue nombrado para trasladarse a Parramos y otras poblaciones del altiplano central.


Fue uno de los promotores y gran colaborador de la 29ª Cía. de bomberos voluntarios de Amatitlán; se convirtió en gestor del terreno que la Municipalidad otorgó en usufructo para construir la sede bomberil.


                                   
Carlos H. De la Cruz trabajó en diario La Nación hasta que este medio dejó de existir luego de la muerte violenta de Roberto Girón Lemus, el 5 de febrero de 1982. De ahí pasó a Prensa Libre, El Impacto, La Hora, La República, Al Día y finalmente Diario de Centro América DCA.


Puede decirse que fue un aventajado alumno de la Universidad de la Vida, en la cual se formó al fragor del trabajo diario. Le tocó ejercer el arriesgado oficio de periodista gráfico en la más cruel y desalmada etapa de la guerra interna, con lo que al igual que muchos colegas expuso su integridad física y hasta la vida. Eran tiempos en los que más de algún esbirro llegó a decir que a los periodistas se les compraba o se le convencía “con plata o con plomo”.

Creo que, si algo le pudo hacer falta de formación académica, lo compensó abundantemente con vocación, valor y responsabilidad. Por el tiempo que trabajé en Radio Mundial, Emisoras Unidas, Radio Cadena Sonora, y otros medios, entre 1994 y 2008, me consta que Carlos De la Cruz, “el viejito pelón” como le decían algunos colegas de prensa, se supo ganar el respeto y el aprecio de muchos periodistas que lo recordaban como un talentoso reportero gráfico. 

De la Cruz Fuentes era afiliado 201 del Instituto de Previsión Social del Periodista - IPSP, a donde ingresó el 11 de noviembre de 1997.

Como pocos en el medio, Carlos De la Cruz compartía sus experiencias con sus compañeros reporteros más jóvenes, aconsejándolos en los vericuetos de esta profesión. En mi caso personal, aconsejó emplear papel periódico o manila en lugar de bond para la impresión del periódico amatitlaneco "Nuestro Pueblo" (1998-2006).

Se jubiló primero como peluquero y después como periodista gráfico en el IPSP. Entonces se dedicó a vivir con la tranquilidad que no tuvo durante muchos años, y saludar vecinos, conocidos y amigos, mientras se entretenía y atendiendo su pequeño negocio de regalos en la esquina de 7ª avenida y 7ª calle, barrio Hospital. 

Es oportuno anotar que con Carlos fuimos colegas de prensa, amigos y vecinos, pues vivíamos a menos de 100 metros de distancia en el mismo barrio. 

Agradezco su entusiasmo y buenos comentarios durante mi gestión como Director de la 29a. Cía. de Bomberos Voluntarios, 2015-2017.

La Asociación de Comunicadores Sociales de Amatitlán – ACSA le otorgó el Premio “José Augusto Reynosa Orellana” por su valiente y larga trayectoria en el periodismo nacional, el 30 de noviembre de 2017. Un año antes, en la Gala de ACSA 2016, fue abanderado junto a Francisco Javier Girón Avendaño.


“Él le pedía a Dios cambiar su carácter y comenzó a ir a misa todos los días, ahí conoció a muchas más personas. Tenía su carácter fuerte, pero cambió mucho al acercarse a la iglesia. Se convirtió en servidor parroquial. Recolectaba la ofrenda y madrugaba para limpiar las primeras bancas para las personas enfermas o con algún problema. Para él, servir al prójimo era servir a Dios”, refiere su hija Johana al recordar sus últimos años.

Inexorablemente, con el paso de los años, Carlos fue experimentando algunas de las conocidas enfermedades de la edad: hipertensión, operación de próstata y diabetes; por lo que debía estar bajo control médico.

El sábado 08 de agosto 2020 tuvo una seria crisis de niveles de glucosa, por lo que su familia lo llevó a un sanatorio local, donde lo estabilizaron. Sin embargo, el domingo por la tarde volvió a tener problemas, por lo que se decidió trasladarlo al Hospital del IGSS de la zona 9, en donde permaneció varios días. Durante la semana estuvo en el cuarto de shock, en estado delicado. Finalmente, el sábado 15 de agosto, después de las siete de la noche, perdió la batalla y dejó de existir.

Su cuerpo recibió cristiana sepultura el domingo 16 de agosto por la mañana, en el cementerio general de Amatitlán, coincidiendo su sepelio con el del periodista y locutor Francisco Javier Girón Avendaño, también fallecido el día anterior. Curiosamente, nacieron ambos en el año 1939, Carlos el 7 de noviembre y Francisco el 3 de diciembre. QEPD.

Hasta siempre mi amigo Carlos De la Cruz. Gracias por todo, especialmente por tu generosidad que muchas veces pasó desapercibida para la mayoría, menos para los que recibieron tu apoyo. Gracias también por poner en alto el nombre de nuestro Amatitlán Soñado. Hasta que nos volvamos a ver. OFG.

Fuente parcial: Libro “Navajas, peines y tijeras”
de Oscar Fajardo Gil, publicado en junio de 2013.

jueves, 20 de agosto de 2020

LOS AZACUANES acarrean agua, aves que traen y llevan lluvias

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

En Guatemala, decían los abuelos que los azacuanes traían las lluvias en mayo y se las llevaban en octubre.


En el diccionario castellano, "azacuán" significa ave de las falconiformes, con pico en forma de gancho largo y delgado, alas largas y redondeadas, y cola con muesca. Su coloración dominante es negro pizarra con cera y patas rojas o anaranjadas. Vive en zonas pantanosas y ciénagas de agua dulce, desde el sur de Florida y suroeste de México hasta Ecuador y norte de la Argentina.

Este jueves me compartieron un interesante video que circula en redes sociales, al parecer se trata de azacuanes volando sobre Villa Nueva y Amatitlán. Aunque la época no es usual, como trataremos de explicar más adelante.


En realidad, los azacuanes son aves que, aunque vuelan juntos, no todos son la misma especie. Son aves migratorias de distintas especies que recorren nuestro continente entre el Norte (Canadá, E.U.) y el Sur (hasta la Patagonia argentina). Vuelan en grandes grupos, de cientos o miles a la vez. Los biólogos las denominan rapaces, dado que en su mayoría se trata de zopilotes cabeza roja, gavilanes y águilas, así como algunos milanos, y halcones en menores cantidades.


A pesar de la degradación ambiental que afecta nuestro territorio, los azacuanes siguen pasando todos los años; aunque cada vez son menos las personas que se dan cuenta o o se enteran de su paso. La mayoría anda más pendiente de su celular y otros aparatos electrónicos, mirando hacia abajo, ya casi nadie levanta la vista hacia el cielo. La capacidad de apreciación o de asombro se ha perdido a causa de muchos distractores.

Cuando los azacuanes pasan alrededor de mayo se dice que la temporada lluviosa está por empezar; cuando regresan y pasan entre octubre y noviembre, es señal de que el invierno está por finalizar y viene la época seca. Por ello, la palabra Azacuán está relacionada con el vocablo náhuatl "Atzacua" que puede interpretarse como "acarrear" agua.


Mas allá de que sea un espectáculo interesante o curioso, el paso de los azacuanes es un indicador natural de equilibrio. Los cientos de miles de rapaces que atraviesan el continente necesitan efectuar varias paradas o estaciones, para descansar, beber y comer. Consumen a diario mucha carroña (en el caso de los zopilotes o buitres) o presas como insectos, aves, roedores, serpientes, entre otras. 

Si los azacuanes no vinieran o redujeran su presencia, lo más probable es que la población de estas presas se dispararía a nivel de plagas (de palomas, roedores, chapulines o langostas, etc.) Estas poblaciones deben ser controladas por depredadores y, los azacuanes, son de los mejores. Por otra parte, la carroña de muchos animales muertos no sería devorada y quedaría expuesta a la intemperie como fuentes de infección, a merced de moscas y otros vectores. Cumplen pues, una importante función de control natural.

Los azacuanes no pasan en un solo día, son tantos que pueden hacerlo a lo largo de varias semanas, especialmente a finales de septiembre y todo el mes de octubre. En cada país se conocen las rutas que ellos suelen tomar con más frecuencia. Estas rutas dependen de aspectos geográficos: presencia de montañas, humedales, lagunas, lagos, ríos y las zonas donde se mueven las corrientes de aire termales. 


Con información parcial de: 
http://elsalvadordesdemilente.blogspot.com/2013/10/ya-pasan-los-azacuanes.html, 
wikipedia, ebird.org

In memoriam FRANCISCO JAVIER GIRÓN AVENDAÑO "Pito'ebarro"

Por: Oscar Fajardo Gil,
Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Una golondrina que llegó muy pequeña a Amatitlán, con su familia, en 1941. Nació en la ciudad de Escuintla el 3 de diciembre de 1939, hijo de Eulogio Girón Muralles y Felipa Avendaño Revolorio, fue el primero de cinco hermanos. Estudió en la Escuela Rafael Iriarte, en el Colegio Belice, en la Escuela de Teatro y Artes Escénicas, además en la Academia Monterrey, Nuevo León México, donde cursó periodismo, radio y televisión.


El 4 de julio de 1957 fue la primera vez que incursionó en la locución, aquello ocurrió en Radio Quetzal, “la emisora Símbolo” que se localizaba en la 12 avenida de la zona 5 frente al Gimnasio Nacional.

Así se inició una carrera que lo llevó por TGO La Voz de las Américas, en donde compartió con las voces de Enrique Arce Behrens, Armando Moreno, Otto Yela, Francisco Montenegro Sierra, Iván López Santamarina y otros; Radio Nuevo Mundo a la par de Lorenzo Morales y Ernesto Ponce Saravia; Radio Emperador en donde colaboró con Manuel Pinto Castellanos, Mario Ferreti, Adán Ríos Guerra, René Antonio Funes, César Viccino y Fredy Azurdia; durante algún tiempo laboró en HRNQ La Voz del Junco en Honduras, junto a César Quezada y Carlos Bock Milla.


Regresó a Guatemala en donde prestó sus servicios en Radio Payaquí, La Voz de
San Raymundo, Radio Escuintla, Radio Libertad y Radio Impacto, entre otras. A principios del siglo XXI se desempeña en el departamento de Prensa de Organización Alius, La Cañonera, Exa FM y Radio Punto; además de ser colaborador free lance de Radio Mundial.

Toda su vida soñó con la existencia de una radio en Amatitlán. Fue uno de los fundadores e TGLA La Voz del Lago, 1959-61, radio circuito cerrado que funcionaba en el edificio de la Municipalidad (7ª calle entre 1ª y 2ª avenidas, frente a los almendrales) con las bocinas instaladas en el Parque Central de Amatitlán.

También contribuyó con entusiasmo al establecimiento de Radio Amatitlán 106.1 FM, frecuencia que lamentablemente Eduardo Soria Santiago vendió después a una corporación capitalina. Trabajó en varias ocasiones en la Municipalidad de Amatitlán, desempeñando generalmente funciones de divulgación y relaciones públicas. En la década de los 1970s fue uno de los promotores de la Asociación de Locutores, Artistas, Periodistas y Similares de Amatitlán, ALAPSA, y el Festival de los Barrios.

A su trayectoria como locutor y periodista ha añadido otras actividades complementarias en el campo de la investigación y publicación de materiales de carácter historiográfico sobre Amatitlán, las cuales ha realizado con otros periodistas destacados.

Mas conocido como Pito de Barro, mote que le fue puesto por don Mamerto Aguilar y que le ha dado fama a nivel nacional. El 7 de diciembre de 1992 se le entregó Plaqueta de Honor al Mérito durante la celebración del Día del Deportista y el Locutor, en la ciudad de Amatitlán. El 30 de abril de 2004 recibió, de la Asociación de Comunicadores Sociales de Amatitlán, la Orden Efraín Alfredo Guzmán Monasterio.


La revista Sala de Redacción, abril 2009 Año 6 No. 72, le realizó un reportaje titulado: Medio Siglo en el Periodismo, en el cual se consigna que el 30 de noviembre de 2006 –en pleno Día del Periodista – Girón Avendaño vio coronado otro esfuerzo con la constitución de la Cámara de Periodistas de Escuintla (CPE), proyecto que contó también con los aportes de Ricardo Valladares, Freddy Morales y del ya fallecido Pedro Pablo Porras.

En enero de 2008 agregó a sus realizaciones profesionales una membresía más: la del Círculo Nacional de Prensa (CNP), entidad que ese mismo año le reconoce como Periodista Destacado.


La Municipalidad de Amatitlán le rindió merecido homenaje como uno de los personajes del Torreón de la Tradicional y Bicentenaria Feria de la Cruz 2018.

Hasta aquí los datos biográficos de Paco Girón Avendaño publicados, el 19 de octubre de 2018, en las páginas 215-217 de mi libro “Luces de Pampichí”.

Con más de 62 años de experiencia, Paco llegó a convertirse en decano de los periodistas en Amatitlán. Durante los últimos años se vinculó como reportero del noticiero Comando Informativo de Radio Mundial.

El 11 de enero 2020, nos reunimos para desayunar en uno de los comedores de la playa del lago. Él me había dicho que estaba padeciendo problemas de salud a causa de un tumor en la base de la lengua, que le dificultaba hablar y tragar. Me enseñó unos exámenes efectuados en un Centro de Diagnóstico, el resultado: carcinoma escamoso infiltrativo, poco diferenciado con intensa reacción inflamatoria peritumoral. En otras palabras: cáncer. Nos quedamos en silencio los dos.


Durante los siguientes meses la implacable enfermedad fue avanzando. Ya en cuarentena a causa de la pandemia de coronavirus, junto con algunos amigos hicimos colectas de víveres para entregárselos a Paco y su familia. Sus visitas se fueron haciendo más seguidas al hospital. Sus últimos días fueron de mucho sufrimiento.

Finalmente, antes de las dos de la madrugada del sábado 15 de agosto del año 2020, Paco Girón Avendaño entregó su alma al Supremo Creador. Su cuerpo fue velado en su residencia familiar, cerca del río Michatoya. El domingo 16 de agosto, fue llevado en caravana hacia el cementerio general para darle cristiana sepultura.

Por azares del destino, coincidió su sepelio con el del amigo y colega periodista Carlos Humberto De la Cruz Fuentes, con quien en vida apenas tuvo una diferencia de cuatro semanas de edad. Constituyéndose ese domingo en un día de luto para la comunicación social de Amatitlán, al lamentarse la partida de ambos. QEPD

domingo, 16 de agosto de 2020

Al cementerio no deben ir niños ni adultos mayores ni mujeres embarazadas, además de otros protocolos de seguridad

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Conversamos con la licenciada Victoria Figueroa, administradora del cementerio general, sobre los protocolos de seguridad con motivo de la pandemia del coronavirus. Estos protocolos son coordinados desde la Presidencia de la República y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, e implementados a nivel local por la Municipalidad.



"Lamentablemente es una situación difícil. Los entierros tradicionales están prohibidos para evitar las aglomeraciones. Únicamente pueden entrar diez personas, de preferencia familiares del difunto. No se permite el ingreso de niños, adultos mayores de 60 años, ni mujeres embarazadas. A todos se les desinfecta. Es obligatorio el uso de mascarillas. Nuestro municipio se encuentra en alerta roja y debemos ser muy estrictos para que no empeoren las estadísticas", indicó la administradora.

Durante esta emergencia se logró el préstamo de un montacargas proporcionado por el alcalde municipal, a quien se le solicitó adquirir uno en propiedad pues es un equipo importante para poder cargar los ataúdes especialmente en los nichos superiores, con lo cual se brinda un servicio más seguro.



Indició Figueroa que, en promedio, son sepultadas entre seis y ocho personas diarias actualmente, aunque en semanas anteriores se llegó a sepultar hasta doce personas por día, incluyendo causas naturales o comunes, Covid-19 o posible Covid.

Para protección de los trabajadores del cementerio, cuando se trata de un caso de Covid o posible Covid, se cuenta con suficientes trajes especiales de seguridad, tipo overol, para tratar de evitar posibles contagios, para lo cual se ha contado con el apoyo de las autoridades municipales.



"Por favor, si un familiar, amigo o vecino pierde la vida, traten de demostrar su pésame, solidaridad o empatía de otras maneras, no vengan al cementerio, eviten el riesgo de contaminarse. Quédense en su casa. Especialmente les ruego que no traigan niños porque ellos son más vulnerables. Cualquier persona puede venir de la morgue o del Inacif y, aunque desinfectamos áreas generales y las bancas, el virus se queda" expresó la administradora del cementerio.

Según información del Ministerio de Salúd Pública y Asistencia Social, hasta la fecha se reportan 1,001 casos confirmados y 60 fallecimientos por Covid-19 en el municipio de Amatitlán.

martes, 11 de agosto de 2020

El último viaje de OSBERTO PALACIOS, seis décadas como chofer en Amatitlán


Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

El origen de "chofer" se encuentra en la palabra francesa chauffeur que significa “el que calienta”, que a su vez procede del latín calefacere. En Francia, la palabra data del siglo XIX y se aplicaba también a los fogoneros de las locomotoras.

El chofer de pasajeros traslada a sus pasajeros, o sus pertenencias, desde un lugar de abordaje hasta el lugar de destino; usualmente espera a sus clientes en un lugar acordado y, tradicionalmente, les abre la puerta tanto para entrar como para salir del vehículo. Desde luego, un buen chofer debe mantener en buenas condiciones su vehículo, hacerle un mantenimiento periódico y lavarlo antes de cualquier servicio.

Nos complace presentar ahora un resumen de vida de uno de los choferes más reconocidos de Amatitlán desde hace más de medio siglo. Osberto Palacios, nació en Amatitlán el 3 de julio de 1939, fue hijo de Marcos García y Gregoria Palacios. Su padre no se hizo cargo y su madre falleció cuando él era apenas un niño. Su infancia transcurrió entre carencias y limitaciones económicas, ayudaba a su abuelita en un comedor del mercado; luego se iba a lustrar zapatos en el parque, tiempo que aprovechaba para jugar con sus compañeros y amigos, en la lejana década de 1940. Estudió en la escuela “Rafael Iriarte”, hasta cuarto grado de primaria. También le gustaba escaparse para ir a bañarse al río Michatoya, en la “poza del coco".


Cuando Osberto era joven, algún conocido de buen corazón le enseñó a manejar automóviles. Fue así como se hizo conductor, piloto automovilista o chofer de camiones y buses. Desempeñó durante 60 años ese oficio, que fue fuente de ingresos para él y su familia. También se desempeñó como fletero, con estación o parqueo frente a la recordada gasolinera Esso (ahora Puma), autopista al Pacífico y 7a calle. Durante sus últimos años fue taxista en la 4a calle y 2a avenida, esquina de Cooperativa UPA Norte.

Como piloto, con base en un trabajo bien hecho, con responsabilidad y eficiencia, además de ser respetuoso, se supo a ganar la confianza de muchos clientes, algunos de los cuales lo buscaban para solicitarle viajes especiales a distintas partes de la capital y del interior del país.


Formó hogar con la señora Josefina Orellana, fruto del cual nacieron seis hijos, 18 nietos y 10 bisnietos. “Él era muy servicial, muy amable, en casa nunca descansaba, siempre buscaba algo que hacer. No le gustaba él futbol. Le gustaba ver películas de Cantinflas, era su preferido. Se divertía contándonos su vida siempre contaba sus historias. En casa era estricto y disciplinado”, dice su nieta Lola Hernández al recordarlo.

Sin ánimo de ofensa ni faltarle el respeto, Osberto Palacios casi no era conocido por su nombre de pila, es más, no fueron pocas las personas no sabían cómo se llamaba. Popularmente le decían “garrobo” o “gueshpo”, mote que lo identificó desde sus tiempos de juventud. Parece ser que el apodo de “garrobo” se lo pusieron sus compañeros choferes de las camionetas extraurbanas, porque él se mantenía mucho en el sol. Aunque vale la pena traer a cuenta que tenía un tío, en aldea Las Trojes, a quien le gustaba subirse a los jocotales y se ponía a descansar sobre sus ramas, quizá por eso también era conocido como “garrobo”.

Los años no perdonan, conforme pasan van debilitando nuestro organismo. A causa de una infección de muela, Osberto Palacios dejó de comer y su salud fue deteriorándose. Falleció el jueves 02 de julio 2020, a las ocho y media de la noche, un día antes de cumplir 81 años de edad. Recibió cristiana sepultura un día después en el cementerio general de esta ciudad. Al cumplirse 40 días de su partida, sirvan estas sencillas líneas como merecido reconocimiento a su vida y trayectoria de servicio en este mundo, QEPD. (OFG)

Con información y fotos facilitadas por su nieta Lola Hernández. Gracias.

domingo, 9 de agosto de 2020

ALIS MORALES, enfermera auxiliar, atleta, ángel y guerrera que lucha para ganarle vidas al coronavirus - 2a parte

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Mientras se documentaba sobre el coronavirus, Alis Morales era requerida por pacientes que necesitaban sus servicios para que los inyectara y les aplicara sueros.

“En abril atendí mi primer caso de Covid-19 en Amatitlán. Era un señor de la tercera edad, muy querido por muchas personas, que se contagió en el IGSS de la ciudad capital. Tenía complicaciones de próstata. Lamentablemente, a pesar del tratamiento médico, falleció. Me sentí muy triste, pero fui conociendo más sobre la enfermedad”.

Asumiendo con valor los riesgos e incluso los costos, visitaba pacientes a domicilio, usando equipo de contención que le costaba 85 quetzales, aunque ella cobraba solo 50 quetzales.

“Un día, un paciente se me complicó y decidí llevarlo al IGSS de Amatitlán, en donde estuvimos desde las siete de la mañana hasta las seis de la tarde, solo para que le dijeran “es Covid positivo, si tiene cómo, váyase al hospital de la zona 9 porque no tenemos ambulancias”. Él, con mirada agonizante me pidió que lo llevara. Tenía que hacerlo. Lo lleve, pero el hospital de la zona 9 estaba peor. Allá pasamos toda la noche, llovía y él tenía neumonía, lo acurruqué en el carro y le dije: “yo voy a hacerme presente por usted, mientras protéjase”. Ahí me di cuenta que el sistema de salud había colapsado”.

Decidió traerlo de vuelta a casa e investigar cómo tratar esa neumonía. Con la información recabada y la experiencia sobre la marcha le aplicó tratamiento, y funcionó. Así fue como, con determinación, coraje y fortuna, Alis logró su primer paciente recuperado.

Cuando la mayoría de médicos y personal de enfermería se resistía a efectuar visitas domiciliares, ella siguió haciéndolo, aunque sabía que hacerlo significaba estar en el filo de una navaja. Otro día, llegó a casa de un paciente que gritaba “¡por favor, ayúdeme, no puedo respirar!”. Alis sabía que no podía darse el lujo de tardarse los diez o quince minutos que necesitaba para ponerse su equipo de protección.

“El paciente agonizaba. Me detuve, hice una breve oración, y dije “su vida vale igual que la mía, me voy a contagiar, pero él se va salvar”. Y así fue como pasé a formar parte del equipo de Covid-19 positivo. Se salvó mi paciente, pero yo me contagié. Me hice el hisopado dos días después y di positivo. Mi familia entró en pánico. Tuve que calmarlos. Los orienté sobre cómo mantener distanciamiento preventivo, mientras yo me administré mi propio tratamiento. Gracias a Dios me recuperé. Y hasta hoy siguen ellos negativos”.

Alis Morales es una incansable luchadora contra el coronavirus, se levanta desde muy temprano para acudir a donde es llamada. La enfermedad es cruel y de un momento para otro puede convertirse en fatal, para los pacientes que son afectados pulmonarmente y tienen dificultades para respirar. A veces sus jornadas son largas y extenuantes, algunas han sido de más de 20 horas diarias, a la par de los pacientes. Hasta la fecha, estima haber atendido más de ochenta pacientes Covid en Amatitlán.


Cuando sus servicios son requeridos, incluye evaluación del paciente en su casa, medición de saturación, niveles de glicemia, examen físico clínico y diagnóstico. Ella lleva algunos tratamientos, los cuales pueden variar en cuanto a costo. Es una opción más accesible especialmente a personas de condición humilde, especialmente si se compara con los precios de los tratamientos de sanatorios particulares.

“Sigo recibiendo fuertes descargas vírales, soy un peligro para las personas que no tienen Covid. Por eso, cuando me llaman, les respondo solo atiendo Covid-19. Porque, si no lo tiene, yo se lo llevo”.

Está consiente que, aunque ya se enfermó, puede volver a contagiarse. El enemigo es poderoso e implacable. El riesgo para su vida es alto y permanente. Las defensas del cuerpo pueden bajar. El virus y el tratamiento dejan secuelas.

“Si algo me pasara, ha valido la pena. Estoy convencida que se salvaron, al menos, 20 personas que seguro iban a morir. Cuando ya no se puede hacer mayor cosa por salvarles la vida, mi propósito es darles calidad de vida, menos sufrimiento”.

Marta Alicia Morales Oliva nació en San José del Golfo, llegó a vivir a Amatitlán el 9 de diciembre de 1999. Con mucho entusiasmo y muchos esfuerzos adquirió su casita en Los Espárragos. Se considera una legítima pepitera. Vive con sus tres hijos, tiene una nieta.

A Alis Morales tengo algunos años de conocerla, como cronista deportivo, porque le gusta practicar el atletismo, deporte en el que ha logrado alrededor de 150 medallas y unos 15 trofeos en diferentes distancias. Ha corrido carreras de 5, 10, 21, 30, 42 y 85 kilómetros, además carreras extremas de montaña, incluyendo un primer lugar conquistado en México en 70 Kms de montaña con tiempo de 9 horas 50 minutos.

Como si fuera poco. Estudió un curso de mecánica en INTECAP porque compró un automóvil como chatarra y se preparó para poder hacerse cargo de reparar cualquier desperfecto. Así que también es mecánica. Reconstruyó el motor de tal manera que, aunque su carro le costó cinco mil quetzales ahora no lo vende ni por quince mil. Es algo así como una especie de Alismóvil. Eso sí, lleva tres años de ser taxista. Aunque por ahora no brinda ese servicio, para evitar contagiar a personas sanas.

Esta sorprendente y admirable mujer, definitivamente, es una fuera de serie. Vive la vida con intensidad en todas las facetas posibles: enfermera auxiliar, atleta, mecánica, madre, abuela, y amiga. Es incansable, encuentra fortaleza en el servicio a los demás. Sigue el ejemplo de la Madre Teresa con el coraje digno del más intrépido guerrero, aunque tenga que arriesgarse en extremo. Para muchos enfermos se ha convertido en la última esperanza de sanidad y por eso no es raro que la califiquen de “ángel”. Seguramente tiene el respaldo de Nuestro Señor Jesucristo, por eso se ha convertido en instrumento para Su Misericordia y Su Voluntad. Gracias Alis, de todo corazón, que DIOS la siga bendiciendo, protegiendo y librando de todo mal. (OFG)