martes, 20 de diciembre de 2016

BETO SAMAYOA VIAJA A LA ETERNIDAD

Lo conocí allá por 1976, en el Campeonato Navideño de Basquetbol, cuando él tenía 36 años de edad y estaba a cargo de la dirección técnica del equipo Codico, con el que llegó a celebrar cinco años consecutivos el título de Campeón Femenino - las "pentacampeonas": sus hijas Cristina y Virginia, además de Lorena Paiz, Claudia Mazariegos, Mirna Valle, Magda Cabrera, y otras niñas llegando a la edad de las ilusiones. Por entonces, con apenas doce años de edad, yo empezaba a desempeñarme como locutor y cronista deportivo.

A lo largo de cuatro décadas, desde entonces, lo conocí a través de varias facetas. Era un amatitlaneco de pura cepa y cada vez que era posible lo ponía en evidencia. Trabajó en el Banco de Guatemala y en la revista de dicha institución se distinguió escribiendo una serie de artículos costumbristas bajo el seudónimo de Pepesca.

Dicharachero y buen contador de chistes, irreverente, buena mano, relator de historias condimentadas muy a su manera, a veces con la sal de la picardía y otras con la pimienta de la filosofía popular. Jugaba naipe pero no era gatero. Le gustaban los traguitos de vez en cuando, si mucho un día si y otro también, pero no era furiero; eso si, con buenas bocas. Aunque fueron pocas las veces que compartimos algunos brindis, recuerdo que fueron muy alegres.

No puedo dejar de mencionar que hizo los méritos suficientes para ser Gran Mariscal de la Vuelta Guadalupe Reyes, esforzada competencia chupística con la que los sufridos pepiteros damos la despedida al año que termina y la correspondiente bienvenida al año nuevo. Beto practicamente fue fundador, organizador, integrante y capitán de varias cuartetas antes y equipos después, Campeón de metas volantes, montaña y la clasificación general. Salúd!!!

Podía ser un caballero cuando la ocasión lo requería. Pero, si acaso había alguien que en su ciega locura le daba motivos, también recurría a un amplio, florido y colorido lenguaje de carretero. Ya nadie se extrañaba de eso, y de alguna manera hasta era predecible.

Siempre me causó gracia que siendo un hombretón de complexión fuerte y grandes manos, tenía una risa como de patojo travieso, espontánea y contagiosa. Y cuando se le subía el indio, es decir cuando se enojaba, era cuestión de no ponérsele enfrente porque no andaba viendo tamaño ni color ni cualidades, echaba riata parejo.

Humberto Samayoa Godoy, conocido popularmente como Beto, Betón, y Pepesca; nació en la hermosa y tranquila aunque polvorienta Ciudad de Amatitlán el 25 de septiembre de 1940. Sus padres fueron don Humberto Samayoa Peralta y doña María Teresa Godoy de Samayoa.

En primera instancia fue un patojo que destacó en la práctica del baloncesto. El primer equipo que integró fue el Pepiteros (1954), y después ADA (1956), Instituto Rafael Aqueche (1956-59), Universidad Popular (1957-63), Preselección Nacional (1958-59), RGM de Escuintla (1967-71), Guatebanco (1968-88), Chatarras (1973-2000), en la foto de Julio Zunún aparece con el uniforme amarillo patrocinado por La Reinita, en la década de 1990.  Un segundo aire le llegó cuando ya formaba parte de la categoría Master o Veteranos, integrando la selección nacional de Guatemala que participó en: Juegos Panamericanos de Maxibaloncesto, Buenos Aires, Argentina, 1980.  III Mundial de Maxibaloncesto, San José Costa Rica, 1995.  IV Mundial de Maxibaloncesto, Helsinki, Finlandia, 1997.  Centroamericano de Maxibaloncesto, Guatemala, 2000. Fue nombrado Deportista Master Destacado en 1995.

Justo es reconocer que en aspectos culturales también destacó el buen amigo Beto Samayoa. Fue integrante del Coro Hilos de Plata, promotor y representante de la marimba de conciertos Gaudia Cantorum; así como asociadio de la Asociación de Poetas y Escritores de Amatitlán - APEA.

El sábado 03 de diciembre de 2011, en el Museo del Quetzal y la Marimba en Salamá, Baja Verapaz, fue presentado el libro "El Tigre de Saqtelá" primer producto impreso de la fecunda imaginación de Humberto Samayoa Godoy, una serie de amenas y divertidas narraciones hechas con lenguaje vernáculo y coloquial con el que describe las andanzas del protagonista por distintas regiones de la geografía guatemalteca. Después publicó "El Tejón o Las aventuras de Palash" (2012), y "El Costumbro" (2016). Guardo estos tres libros como valiosos tesoros en mi biblioteca personal.

Ayer en la madrugada, lunes 19 de diciembre de 2016, fue llamado a la presencia de Dios, Nuestro Señor, luego de agravarse la enfermedad que lo agobió durante las últimas semanas. Que Dios perdone lo que te tenga que perdonar Beto y que tome en cuenta todas tus buenas obras. Gracias por lo que fuiste y por todo lo que diste. Dejaste buena huella de tu paso por este mundo.

Un abrazo para toda tu familia, con las muestras de mi sentido pésame. Aunque en realidad los hombres como vos nunca se mueren, se quedan vivos para siempre en la memoria y en el corazón de sus seres queridos y amistades. Saludame a todos los pepiteros con los que te vas a reencontrar ahora. Al rato nos vemos... y compartiremos un chirín puro utz allá en el cielo con Papá Dios.

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