domingo, 8 de diciembre de 2019

LUNADA DE FIN DE AÑO con Trío Nuevo Sol organizó la MUNICIPALIDAD

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

De manera muy tradicional, a la orilla del lago en la noche del primer viernes de diciembre, junto a una buena fogata, un grupo de nostálgicos amatitlanecos se dieron cita, convocados por la Municipalidad, para empezar a despedir al año 2019.


Los más conocidos boleros de medio siglo desde la década de 1960 fueron interpretados brillantemente por los maestros del trío Nuevo Sol, que en cada canción hicieron brotar románticos recuerdos y los más nobles sentimientos en más de un centenar de noctámbulos enamorados de una luna que, aunque no fue de plenitud, se dejó ver y querer con los acordes de las guitarras y las voces de los cantores.


"Tres regalos", "Sin tí", "Gema", "Flor de Azalea", "Reloj", "Jacarandosa", "Me voy pa'l pueblo", "Contigo aprendí", "En mi viejo San Juan", "Flor sin retoño", "Usted", "Poquita fé", "Mi plegaria", "Luna de Xelajú", "La luna y el toro", "Magia blanca", "Espérfame en el cielo", "Esa pared", "Nuestro juramento", "Amor eterno", "Amatitlán soñado" y "Feliz navidad", fueron solo algunos de los muchos temas interpretados por el trío y coreados por la concurrencia, durante más de tres horas que se hicieron pocas para tan amatitlaneca convivencia.


Para muchos todavía el bolero es el ritmo por excelencia y el alma de las lunadas. Romántico, cadencioso, suave y conmovedor, el bolero tiene raíces en la Cuba de 1800. Evolucionó de música de cantinas y peñas, a música de serenatas. El ritmo es un compás de cuatro tiempos. En el primero la pareja, uno frente a otro y con los cuerpos pegados, solo mueve la pelvis; en el segundo tiempo da un paso rápido; en el tercero también; y en el cuarto da un paso lento; todo esto mientras se gira lentamente hacia la izquierda. Esta forma de bailar tan simple lo hizo popular en todo el mundo, en todos los ambientes y entre todas las clases sociales. Como en muchos países, en Guatemala y en nuestro Amatitlán, el bolero llegó a ser popular entre las décadas de 1940 a 1960.


Sería muy largo mencionar a todos los asistentes a la lunada de fin de año, pero hay que dejar constancia de la presencia del músico y arquitecto Erick Ronaldo Suárez Reynoso, a quien cabe el honor de haber promovido en el año 2016 el rescate de las lunadas amatitlanecas; también el maestro pintor muralista Carlos de Jesús Santos Sacú, el cantante Sergio López, el staff de Cultura, Educación y Salud de la Municipalidad encabezado por el licenciado Manuel Chimil.


Como ocurrió con la mayoría de las seis lunadas anteriores, la conducción corrió a cuenta del Cronista de la Ciudad de Amatitlán, quien aportó un par de poemas de Pablo Neruda y otro par de Mario Benedetti, así como uno de Héctor Rossi dedicado a los locutores, por celebrarse al día siguiente el día en honor a dicho gremio.


Luego de atender algunos otros compromisos inherentes a su cargo, se hizo presente la alcaldesa municipal Mara Marroquín quien compartió un mensaje en el que se refirió a algunas de las obras en apoyo a la cultura, como es el caso de las escuelas municipales de marimba, canto coral, violín, danza y pintura; además, se hizo el anuncio de dos discos de marimba Pampichí y uno de la marimba infantil y juvenil de concierto recientemente grabados y que serán presentados en los próximos días.


A medianoche, volvieron las blancas garzas a posarse sobre los sauces y otros árboles en la playa del lago de Amatitlán. Los bohemios cantores se habían marchado después de apagar la fogata y de haber encendido pasiones con música brotada del corazón y del alma. La tranquilidad del silencio y la oscuridad profunda volvieron... para esperar la luz del nuevo sol.


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