domingo, 15 de marzo de 2020

EVOLUCIÓN: la esquina de la 4a avenida y 7a calle se transforma en Amatitlán

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Allá por mediados del siglo XX, en la cuadra de la cuarta avenida poniente desde la sexta a la séptima calles, entre los barrios El Rosario y San Antonio, se encontraban las propiedades o residencias de las familias de: don Julio Pinot, don Camilo Martínez, don Antonio Suárez, don Ceferino Fernández, y don Emilio Diéguez, quien tenía un corral con vacas y, por tal motivo, vendía leche a los vecinos.

La familia Diéguez Barraza, don Emilio, su esposa doña María Luisa Barraza y sus hijos Clelia, Mélida, Aurita, Aníbal Emilio y Bony Diéguez Barraza, vivía frente a doña Teresa García por el lado de la avenida y frente a doña Raquel Godoy por el lado de la calle, esquina opuesta a la propiedad del licenciado Hernán Hernández.

Años después, por la década de 1980, en dicha esquina de la 4a avenida y 7a calle, vivió don Ernesto Villalta Rivas y su familia, entre sus hijos nuestro amigo Carlos Ernesto Villalta Lemus.


A partir del diez de febrero del presente año 2020, los actuales propietarios emprendieron la demolición del caserón que se erguía en dicha dirección, llamando la atención: primero, que desde el principio emplearon maquinaria pesada y camiones de volteo para despejar el terreno; y luego que han excavado un profundo pozo en toda el área, hasta una profundidad de entre 6 y 8 metros. 

Algunos vecinos han especulado que dichas labores son para fundir cimientos para un edificio de varios niveles; otros que se incluirán sótanos para parqueos subterráneos, lo cual parece cuestionable por ser un sector propenso a las inundaciones en época lluviosa. Lo cierto es que no contamos aún con una versión oficial.

Como era previsible, la excavación permitió algunos hallazgos: desde vasijas (posiblemente precolombinas o coloniales), así como restos óseos que hacen presumir que en dicho lugar fueron sepultadas algunas personas en un pasado que bien podría remontarse a principios del siglo XX, o más. La antigüedad de estos hallazgos solo podría ser determinada luego de una adecuada investigación, no a priori.


Hace diez días aproximadamente, el ritmo de los trabajos varió porque se encontró un nacimiento de agua de consideración, por lo que fue necesario hacer una cama de roca que sirva de base para una compactación y fundición posterior.

Será cuestión de estar atentos a la evolución de los acontecimientos, para darnos cuenta de que se trata esta nueva construcción que transforma arquitectónicamente el corazón de nuestra Ciudad de Amatitlán. (OFG)

P. D. Agradezco a Dios por la oportunidad de contar aún con la presencia de mi madre, Josefina Gil de Fajardo, quien me auxilió para describirme un poco del pasado del barrio El Rosario que conoció y fue escenario de su infancia y juventud. Muchas gracias también al Prof. Marco Augusto Gutiérrez por la valiosa colaboración con algunas fotografías.

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