jueves, 26 de noviembre de 2020

Apuntes para la historia del puente El Copante, en Amatitlán

Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán[1]

Una de las primeras referencias escritas sobre el Puente El Copante, es la que se publicó el 30 de junio de 1904 en el periódico “La Opinión Liberal”, en una gacetilla o nota breve, dice: “Sabemos que la Municipalidad deseosa de procurar comodidades a las personas que acostumbran pasar sobre el puente copante que conduce al “Cerrito de las Escobas” ha empezado a tomar providencias a fin de refaccionar (reparar) convenientemente los desperfectos que por acción del tiempo ha sufrido…”. Nótese que se da a entender que ya tenía varios años de haber sido instalado.

El vocablo "copante" proviene del náhuatl "quappantli" que puede interpretarse como "puente de maderos", al conjugar "cuahuitl" árbol y "pantli" hilera. Definición: 1. m. El Salv. y Hond. Tronco o tablón que se pone de una orilla a otra de un río o quebrada para cruzar por él. / 2. m. Hond. Línea de piedras que se pone en el fondo de los ríos de poca profundidad, para pasar de un lado a otro sin mojarse.[2]


Dicho puente estaba ubicado sobre el río Michatoya, entre el beneficio de café Santa Teresa, en el inicio de la octava calle, y “los patios” del beneficio Los Amates, así como el camino de acceso al Cerro de Corado.

El puente “del copante” era de mucha utilidad para los habitantes de Amatitlán, especialmente los de los barrios San Antonio, El Rosario y El Ingenio, para cruzar sobre el río en dirección a aldeas como Llano de Ánimas, Los Humitos, Tacatón, El Durazno y otras ubicadas al oriente de Amatitlán. Mi abuelo, Manuel Gil Álvarez, lo usaba para ir a hacer algunos trabajos eventuales de carpintería en el casino militar y chalet presidencial de Jorge Ubico, en El Morlón.

Allá por 1930 y 1940, el caudal del río era generoso y sus aguas suficientemente profundas para ser aprovechadas por la patojada amatitlaneca para bañarse y disfrutar de divertidas jornadas de natación, desde las compuertas hasta el puente negro. En las riberas del río había plantaciones de café y de banano, por lo que no era raro conseguir “mamones” o tallos de banano[3] que podían ser utilizados como una especie de balsa o flotador, en el cual se podía hacer el recorrido con cierta comodidad. Quienes eran menos diestros para nadar o eran arrastrados por la corriente siempre contaban con el recurso de pasar agarrándose del puente “del copante” para detenerse y salir del río, de lo contrario podían ir a parar mucho más adelante, incluso hasta el puente de Anís o de la Unión en el extremo sur de la población.[4]

El 27 de julio de 1960, el puente del Copante fue destruido por la fuerza de la corriente del río Michatoya que había crecido por las copiosas lluvias, causando daños a las pilastras construidas con mezcla de ladrillo y piedra. Tiempo después, el puente fue mandado a reparar por las autoridades municipales. Se volvieron a fundir las pilastras en sus extremos y se instalaron cables de acero sobre las cuales se aseguraron varios tablones de cedro para que sirvieran de piso o tablero plataforma; era, por decirlo de algún modo, un puente colgante “atirantado”, con los cables bastante tensionados, de manera que tuviera muy poco movimiento oscilatorio.

Según refiere Carlos Roberto Batres Rendón: “era uno de los lugares predilectos de la juventud entre las décadas de 1950 a 1970. Había gente que trabajaba en los patios (de café), y ellos pasaban todos los días, los que vivían del otro lado de la línea, los que iban al Llano, y puntos intermedios. El puente era de mucha utilidad, pero cuando construyeron el puente de Los Amates, lo dejó en el abandono la municipalidad”.[5]

Batres Rendón continúa relatando: “Era el puente que atravesábamos cada 15 días, cuando íbamos de campamento los Boy Scouts; la sede del grupo estaba en la casa de Chobby, ahí nos juntábamos los sábados a mediodía, y nos íbamos de campamento. Pasábamos a duras penas, porque al puente tenía agujeros de podrido que estaba, le habían robado algunos tablones. Era una ruina, hasta que por fin un temporal se lo llevó. No sé cuánto tiempo pasó abandonado, hasta que un alma caritativa lo vio y le tomó esta foto, en 1977, con lo que nuestro viejo puente seguirá viviendo nuestros corazones”.

Aunque no existe una fecha exacta, se puede asumir que fue a finales de la década de 1970 cuando dejó de funcionar aquel puente conocido como El Copante, debido al extremo deterioro a causa del paso de los años y la falta de mantenimiento. Solo quedó su recuerdo en la mente de nuestros abuelos y nuestros padres.

Fuentes: 1. Efraín Alfredo Guzmán Monasterio, libro Amatitlán 432 (1980), 2. Josefina Gil Mazariegos de Fajardo, entrevista personal, (julio 2020), 3. Carlos Roberto Batres Rendón, Facebook (noviembre 2020).


[1] Acuerdo municipal 33-21-08-2014

[2] Diccionario de la Real Academia Española

[3] Al ser cosechados los racimos de banano, los tallos eran cortados y dejados sobre el suelo o en la orilla de los terrenos.

[4] Josefina Gil Mazariegos de Fajardo, 15 de julio 2020

[5] Facebook, 25 noviembre 2020 

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