viernes, 17 de abril de 2020

FAUSTO CHICAS, visionario de la agroindustria azucarera de Guatemala


Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán

Creativo, emprendedor, responsable, trabajador incansable y positivo en todo lo que hacía. Aunque era muy puntual en sus horarios, no medía sus actividades por el tiempo empleado sino por los resultados que se obtenían. En muchas personas dejo huella positiva y un legado de luz. Un buen hombre que tocó y transformó a muchas personas a través de su trabajo, su amistad, y su ejemplo.

Fausto Aurelio Chicas Menéndez nació en Asunción Mita, Jutiapa, el 1 de mayo de 1951. Efectuó estudios de diversificado en el Liceo La Salle en la ciudad de Chiquimula. Pero su afán de superación lo llevó a la ciudad capital en donde trabajaba de noche, en hotelería y otras empresas, para costearse sus estudios de Administración de Empresas en la USAC.

A principios de la década de 1980, ingenio Pantaleón asume el control de operaciones de ingenio Concepción, en Escuintla. A partir de 1984 dio inicio una completa reingeniería de procesos en Concepción, a cargo de un equipo formado por el Lic. Fausto Aurelio Chicas Menéndez, el Ing. Mauricio Cabarrús, el Lic. Iván Reyes, y el Ing. Álvaro Armas; a ellos se incorporaron otros profesionales como Miguel Recinos, Rafael Escobedo, Rodolfo García Soto, Carlos Hidalgo, Carlos Zelada, Rafael Guevara, Jorge Soto, y Mynor Rodríguez, entre otros.

En junio de 1986, fui contratado como asistente del departamento de Relaciones Industriales, dirigido por Fausto Chicas Menéndez y Fredy Pappa Escudero. Hicimos equipo, junto con Íngrid Valladares, Dorita Paniagua, Jorge Ordóñez y Carlos García, organizando, promoviendo y desarrollando programas tales como: mejoramiento del sistema de salud para cortadores de caña y personal en general de la empresa, mejoramiento del sistema educativo fundamentado en la escuela primaria de la finca Concepción, agregando oportunidades de capacitación ocupacional conjuntamente con Intecap. 

Recuerdo con especial simpatía el programa de incentivos para cortadores de caña, con el cual recorrimos numerosas comunidades para llevar amenidad artística durante la cual se hacía entrega de premios: bicicletas, televisores, radios y equipos de sonido, estufas, y otros electrodomésticos, a los mejores cortadores. De igual manera, al principio de cada época de corte, se organizó el concurso “la frase de mi zafra”, el cual promovía un vínculo de identidad entre los trabajadores de la agroindustria azucarera. La mayoría de estos programas fueron iniciativa de Fausto.

También es esmeró porque ofrecieran condiciones más humanas para los cortadores de caña, desde la misma selección, contratación e inducción, transporte seguro diario, así como en lo referente a que contaran con vivienda grupal en buenas condiciones, higiénicas, amplias, ventiladas, iluminadas, y seguras. Desde luego se impulsó una mejor alimentación, en cuanto a su valor nutricional y suficiente cantidad, además de variada.

Fausto era un apasionado del deporte, gustaba del fútbol y lo practicaba siempre que podía. Formamos parte del equipo de Relaciones Industriales en el torneo de Ingenio Concepción. Fue presidente del equipo Azucareros en la liga mayor de Guatemala.

Complementaba su actividad física con correr o trotar (running), acostumbrando entrenamientos diarios recorriendo los senderos a través de las plantaciones de caña de aquella empresa. Con el tiempo llegó a participar en las más connotadas carreras celebradas en Guatemala, y posteriormente llegó a participar en maratones internacionales en Boston, Chicago, Minnesota, Baltimore, Suecia, y Edimburgo.

Por iniciativa de Fausto, fundamos la Carrera del Azúcar en octubre de 1988, asignándome la parte ejecutiva de la organización de esta competencia que celebrará su edición 33 en octubre 2020. Recuerdo que, en la 1ª edición, me tocó que gestionar la mayor parte de los premios ante empresas proveedoras de ingenio Concepción, complementando con arrobas de azúcar. Le llevé una invitación especial a mi paisano Tonito Morales Aguilar, “el pepitero volador”, quien resultó el primer triunfador histórico de “la carrera más dulce de Guatemala”.

Fue fundamental para que muchas empresas le dieran el valor y la importancia que corresponde a la Gerencia de Recursos Humanos, a nivel nacional; impulsando, promoviendo y organizando congresos, conferencias y actividades de capacitación e intercambio de experiencias. Fue un entusiasta generador de múltiples acciones sobre recursos humanos en congresos nacionales e internacionales y diversas actividades de la Asociación de Técnicos Azucareros de Guatemala – ATAGUA y de la Asociación de Técnicos Azucareros de Centro América – ATACA.

Mis inquietudes como comunicador social contaron también con el apoyo decidido de Fausto Chicas. Así fue como pude fundar el semanario deportivo Conce Deportes, que elaboraba a pura fotocopia en tamaño doble oficio, con el que daba cobertura al campeonato de fútbol de Concepción. Poco tiempo después, fundamos el periódico Notichón (basado en el diminutivo de Concepción), el cual se imprimió primero en los talleres de don Rafael Escobar Argüello (Ediciones América) en la zona 1, y después en Impresora Publicitaria Vásquez de don Misael Obil Vásquez, en la zona 3, ambas en la ciudad capital.

Poseedor de una gran vitalidad y cuidadoso de su salud, parecía que Fausto no se enfermaba. Recién en enero de este 2020, por medio de algunos chequeos médicos le detectaron un tumor en el páncreas, que resultó ser un cáncer. Aun fue detectado a tiempo, así que lo operaron y fue un procedimiento quirúrgico exitoso.  Posteriormente, inicio un proceso de quimioterapia del cual salió bien.

Sorpresivamente, el 04 de marzo en la mañana, sufrió un infarto fulminante, aparentemente sin conexión con el otro tema que ya estaba superando. Falleció a los 68 años y 10 meses de edad. “Un día antes estuvimos con él y estaba perfectamente, con mucho ánimo y positivo por estar saliendo ya de lo más difícil. Solo Dios sabe. Pero ya está descansando”, comentó su hijo Fausto Chicas Alarcón.

Personalmente, me enteré tarde de su fallecimiento. No pude asistir a su funeral. Doy gracias a Dios por todo el tiempo que compartí trabajando con él, ojalá hubiera sido más. Un hombre verdaderamente admirable, lástima que no aprendí todo lo que él me enseñó.

Se cumplieron ya 40 días de su partida de este mundo. Mi sentido pésame para toda su familia, especialmente a la Dra. Miriam Alarcón de Chicas, y sus hijos Fausto Alejandro y Luis Rodrigo Chicas Alarcón.

Seres humanos como Fausto Chicas Menéndez dejan una huella inolvidable por sus buenas obras y se mantienen vivos en la mente y el corazón de muchas personas. (OFG)

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