Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán
Sobre la nueva obra de Marco Valerio, expresó Ramazzini Morales en un bien hilvanado análisis literario:
"El título: “La eternidad, el fuego” está compuesto por dos poderosas palabras que representan los temas centrales que se abordan a lo largo del poemario: La Eternidad: del latín “aeternitas” que, según el diccionario etimológico, unas veces expresa una duración infinita y sin límites; y otras, una existencia sin tiempo o fuera del tiempo. El Fuego: del latín “focus” que habla de un lugar, del centro -por eso se relaciona con palabras como “enfocar”- y que remite al “locus” donde se prende la lumbre; al hogar, a la hoguera que calienta y enciende.
“La eternidad, el fuego”, entonces podría interpretarse como ese lugar, con un tiempo infinito -o sin él- que es un hogar/una hoguera que arde, que acoge, que enciende, que convoca, que calienta el propio habitar y la propia existencia del autor. De ahí que, desde el inicio en los primeros versos de su poemario, Marco Valerio nos hable de: Una hoguera incalculable y la sigue describiendo a lo largo del libro como Una hoguera de proporciones amarillas sin fin.
El autor nos deja ver, a través de sus letras, que lo que enciende su hoguera, su propia existencia es precisamente a quien dedica este libro: Tania y su amor. Antes de llegar a la mitad de su poemario nos describe su casa mutua, el hogar construido entre su cuerpo y el de ella: con latidos, con libros y gemidos, con eternidades que duran lo que las formas del fuego."
Pero hay otro elemento que me hace pensar su texto y que me voy a atrever a plantear porque me parece profundamente político. Recurrentemente, cuando se piensa en la expresión “fuego eterno”, en países de tradición judeo-cristiana, es casi imposible no hacer referencia al castigo, a la condena, al juicio. Una hoguera que llegó a quemar brujas, por la mirada reduccionista de un modo de pensar único que persiguió a mujeres sabias. En cambio, la transgresión de plantear “La eternidad, el fuego” y relacionarlo con la vivencia del amor construido mutuamente -tierno y erótico- es romper con esa atadura y mostrar otra posibilidad: la hoguera en libertad en donde quienes aman, construyen mutuamente, se disfrutan y subvierten los poderes asignados socialmente al amor.
El poemario de Marco Valerio termina con versos profundos, que evocan, diría yo, por un lado, la tranquilidad de saberse libres en la hoguera que es su hogar al expresar: He dejado de perseguir el tiempo. Pero, también, encierra el constante movimiento de saber que el amor es algo que no está dado y que sigue implicando la libertad mutua de la elección, cuando cierra diciendo: Le preguntaré a tu inmensidad si desea habitarme." Hasta aquí el comentario de Ramazzini Morales.
Por nuestra parte, complacidos de haber sido testigo de la presentación de este nuevo poemario de Marco Valerio Reyes Cifuentes, le expresamos nuestra sincera felicitación y el augurio de que su fecunda producción iteraria continuará surcando cielos insospechados, sin límites. (OFG)
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