Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán
Enérgico y apasionado al expresar
sus pensamientos. Dicharachero y piropeador, con una pizca de picardía para
ponerle sal y pimienta a sus conversaciones, que de todas maneras siempre
fueron amenas. Enamorado de la vida y de ser guatemalteco. Amoroso esposo,
padre responsable y amigo franco. Hombre recto y correcto, trabajador y
honesto. Autodidacta y nato investigador de la historia. Por decir lo menos,
sobran los motivos para extrañar a don Valerio Reyes, quien partió a la
eternidad el 17 de septiembre de 2012, luego de celebrar el 191 aniversario de
Independencia Nacional, cargando sobre sus espaldas la bicoca de 81 productivos
años.
Francisco Valerio Reyes Guerrero
nació el 22 de abril de 1931 en Senahú, Alta Verapaz, en donde vivió su
infancia e inicios de juventud. Oliverio, Marco Antonio, Sergio Augusto y
Armando Aníbal Reyes Guerrero fueron sus 4 hermanos. A los 17 años de edad se
trasladó con su familia a la ciudad capital, empleándose en varios trabajos
como panadería, herrería y sastrería, incluso prestó sus servicios por un breve
tiempo en el INDE. Hasta que logró integrarse al Instituto Geográfico Nacional,
en donde llegaría a trascender por su dedicación a la cartografía y trabajo de
campo; estudió en la Escuela
de Cartografía del Canal de Panamá y fue becado en el Servicio Geográfico
Internacional.
"Vivía
enamorado de Guatemala, muy orgulloso de su país. También decía que se había
hartado de sinsabores y miserias, al recorrer todos los caminos y ver tantas
injusticias. Tuve el gusto de conocerlo en el IGN, cuando yo realizaba mis
prácticas de secretariado. Un día el regresó de Petén. Estaba yo trabajando en
la máquina de escribir, cuando de repente se me acercó y me preguntó si yo era
de Cobán. Le contesté que no y porqué me preguntaba eso. Me dijo: es que solo
en Cobán se producen flores tan lindas. Ahi nació primero una bonita amistad,
luego un noviazgo y finalmente fue un matrimonio que duró 43 años, nos casamos
en julio de 1969. Tres fueron nuestros hijos: Francisco Jacob, Edwin Antonio, y
Marco Valerio", nos compartió doña Gladys Cifuentes Vda. de Reyes.
"Era
estricto. Pero también jocoso y dicharachero. En primer lugar, era la
disciplina y las reglas. Recurría mucho a frases populares. Recuerdo que cuando
don Efraín Alfredo Guzmán Monasterio fue declarado Cronista de la Ciudad, en el Salón
Mengala, mi papá hizo uso de la palabra para felicitar a la Municipalidad por
reconocer la trayectoria de don Efraín, pero manifestó "que la Virgen no estaba para
tafetanes" y que también era necesario asignarle una pensión vitalicia.
Siempre hay que pensar en los demás", recuerda su
hijo Marco Valerio Reyes Cifuentes.
Durante sus más de 35 años en el
IGN recorrió varias veces la mayor parte del territorio nacional,
desempeñándose siempre con amor al trabajo, dedicación, y absoluta honestidad.
Participó en la elaboración de muchos mapas de Guatemala, pictomapas, mapas de
lenguas, revisión del Atlas de Guatemala, y otros trabajos de investigación de
campo en el IGN. Siendo supervisor catastral muchas veces estuvo al frente de
grupos de jóvenes en diversos municipios del país, desde entonces elaboraba
textos de historia y documentaba pródigamente sus estudios. Siempre estaba
enseñando y compartiendo lo que llegó a conocer de nuestro país.
El 30 de junio de 1978 la familia
Reyes Cifuentes llegó a la ciudad de Amatitlán para establecer su hogar
permanente. Fue casi natural su pronta incorporación a diferentes grupos en los
que se sumaban esfuerzos para atender necesidades y problemas de la comunidad,
buscando siempre las soluciones prácticas y los beneficios para la mayoría de
vecinos.
En 1981, la Municipalidad de
Amatitlán "preocupada por dar a conocer las raíces históricas de nuestro
pueblo decidió hacer una nueva impresión del trabajo titulado "Amatitlán -
Resumen Histórico y Geográfico" que fue preparado con mucha dedicación por
el guatemalteco Francisco Valerio Reyes Guerrero quien enamorado de las bellezas
de Amatitlán quiso rendirle homenaje preparando este importante estudio que le
llevó mucho tiempo de trabajo y dedicación".
Por ese entonces, Francisco
Valerio Reyes Guerrero era un gavilán con bastantes horas de altos vuelos,
mientras que este aprendiz de escribiente apenas era un pichón al que empezaban
a salirle plumas en las alas.
Fue un hombre dedicado al
bienestar común. No era casualidad que celebrara su cumpleaños en la misma
fecha en que se celebra el Día de la
Tierra, ya que dedicó buena parte de su vida a la
conservación del ambiente, luchador por el rescate y conservación del lago de
Amatitlán. Fue conferencista, asesor consultor de Ministerios y ONGs,
catedrático intra y extra aula en varios centros educativos. Entre sus legados
más evidentes podemos mencionar su participación en la Asociación Ecológica
de Amatitlán -AECA-, incluyendo la organización de la primera Teletón en este
municipio, así como en las labores iniciales de Fundalago.
En 1998, durante la emergencia
desatada por el paso del Huracán Mitch, quien esto escribe participó en una
entrevista a través de Lago Televisión con el Alcalde Municipal de Amatitlán.
Por el tema de la evacuación de nuestra ciudad ante el riesgo de una eventual
inundación anunciada por las autoridades de Gobierno Central, nos vimos
enfrentados en una discusión. Al día siguiente, tuve la oportunidad de
conversar con don Francisco Valerio Reyes Guerrero mientras recorríamos varias
de las aldeas y zonas más afectadas por las lluvias y corrientes de agua. Él
estaba interesado en calmarme y reconfortarme, además de darme buenos consejos
para realizar mejor mi labor como comunicador e investigador de Amatitlán.
"Nunca le tenga miedo a volar, el límite solo es el cielo", me dijo
aquella vez.
"Mi
papá siempre nos dijo: miren muchá yo no les voy a dejar dinero, no les voy a
dejar propiedades. Cuando me muera, les voy a dejar estudio y un apellido
limpio, y espero que así lo mantengan ustedes. Un día un amigo de la familia me
dijo: Mirá vos, tu papá se salvó un par de veces de que lo mataran, porque el
nunca se vendió. Muchas veces le ofrecieron dinero por hacer una u otra
cuestión en materia de catastro. Tu papá nunca se vendió y por eso se escapó de
que lo mataran, porque nunca se vendió", recuerda Marco
Valerio.
Gracias don Valerio Reyes
Guerrero por vivir esta vida junto a nosotros, y por vivirla muy a su manera.
Por dejar huella, por esmerarse en hacer bien las cosas. Por luchar siempre y
tratar de hacer de este un mundo mejor. Gracias por sus palabras oportunas y
por sus consejos. Seguramente lo vamos a extrañar. Total, tarde o temprano, nos
volveremos a encontrar según la
Voluntad de Dios. Hasta entonces... (OFG)