El primer día de septiembre de 1935 llegó a este mundo Juan Ibarra Arriola, en Totonicapán; hijo de Ramiro Ibarra y Francisca Amalia Arriola. Estudió bachillerato durante un año en el Inval de Antigua Guatemala. A los 15 años de edad ganó la beca para ingresar a estudiar como extemporáneo en la Escuela de Agricultura de Bárcena, Villa Nueva, en donde obtuvo el título de Perito Agrónomo en 1955, con número de antigüedad 1242.
"La promoción de Humberto Reyna (1946) es una de las más exitosas de la Escuela de Agricultura, entraron 42 estudiantes y se graduaron 29. En mi promoción entramos 112 y nos graduamos 26".
Sus primeras experiencias laborales lo llevaron primero a investigar el mejoramiento genético del maíz y después a trabajar en las plantaciones de algodón de la Costa Sur.
Su trayectoria profesional suma 60 años y aún es consultor para instituciones como Intecap y otras. A sus respetables 80 años de edad sigue siendo una persona positiva y optimista.
A causa de la guerra interna, en 1968 debió abandonar su tierra natal y se trasladó a Amatitlán, en donde vive hasta la fecha. Se le reconoce como un especialista en olericultura, siendo importantes sus aportes tanto en horticultura como en la producción de flores y plantas ornamentales.
Entre 1986 y 1995 desarrolló un amplio programa de extensionismo agrícola en Plan Int, que benefició a numerosas familias. Cinco décadas de vivir en Amatitlán, compartir sus experiencias y conocimientos participando en diversas iniciativas de desarrollo rural, le otorgan todo el mérito para ser considerado amatitlaneco.
El domingo 24 de enero 2016, acompañado de mi amigo fotógrafo Julio Zunún, tuve el placer de visitar sin aviso propio y conversar personalmente con don Juanito Ibarra, en su casa de habitación ubicada en camino a aldea Loma Larga. Fue una charla amena. Él sigue siendo el mismo que conocí hace ya más de tres décadas, aunque ya no fuma y por lo que supe tampoco bebe alcohol sino en muy contadas ocasiones.
Poseedor de un pensamiento claro y muy humanista, nunca se ha afanado por acumular riquezas materiales ni los reconocimientos públicos. Es un filósofo de campo que analiza la vida bajo una perspectiva ambientalista en comunión con la naturaleza. No recuerdo haberlo visto con ataché o lujoso maletín de cuero, en cambio si lo encontré con un morral típico del altiplano occidental colgado de su hombro y ahí guardaba sus apuntes y materiales de trabajo.
Salúd!!! Maestro Juan Ibarra, que el Creador del Universo le premie con la inmortalidad de los grandes hombres y con abundante cosecha de paz según la buena semilla que Ud. siempre cultivó.
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