Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de la Ciudad de Amatitlán
Haciendo sonar la sirena de sus autopatrullas para que la población se internara en sus residencias al entrar en vigor la prohibición de libre locomoción y circulación vehicular, la Policía Nacional Civil recorrió las calles de la ciudad de Amatitlán desde algunos minutos antes de cumplirse la hora de inicio del toque de queda ordenado por el gobierno, 16 horas (cuatro de la tarde, del domingo 22 de marzo 2020).
Previamente, al mediodía, fueron cerrados los mercados. Ambas medidas extremas como parte del plan nacional para hacerle frente a la pandemia de coronavirus, que para entonces sumaba 19 casos positivos y un fallecido en Guatemala.
La casi totalidad de la población cumplió con la orden presidencial, para cumplirse de cuatro de la tarde a cuatro de la madrugada del día siguiente a partir del domingo 22 y hasta el domingo 29 de marzo, salvo unos pocos rebeldes y desadaptados sociales.
Las calles, avenidas y sectores públicos, ofrecían una imagen fuera de lo común, sin personas particulares, solo con el patrullaje de las fuerzas de seguridad, algunas autoridades y encargados de la coordinación sanitaria preventiva.
El silencio y la soledad se apoderaron de la ciudad de las mengalas, de la pepitoria y del mazapán. Adentro de las casas, las familias comentaban lo histórico de este toque de queda, los habitantes de mayor edad recordaban que fue una medida característica de los gobiernos militares de las décadas de 1960 a 1980.
En esta ocasión, el motivo es diametralmente distinto. Es necesario que la población permanezca adentro de sus casas para evitar el contagio del coronavirus, el cual ha causado alrededor de 325,000 enfermos y 13,800 enfermos en el mundo entero, hasta la fecha.
Como la mayoría de comercios, especialmente los dedicados a la venta de comidas y bebidas, también las casetas y otros negocios de la playa pública del lago de Amatitlán, tuvieron que cerrar sus puertas.
Previamente, al mediodía, fueron cerrados los mercados. Ambas medidas extremas como parte del plan nacional para hacerle frente a la pandemia de coronavirus, que para entonces sumaba 19 casos positivos y un fallecido en Guatemala.
La casi totalidad de la población cumplió con la orden presidencial, para cumplirse de cuatro de la tarde a cuatro de la madrugada del día siguiente a partir del domingo 22 y hasta el domingo 29 de marzo, salvo unos pocos rebeldes y desadaptados sociales.
Las calles, avenidas y sectores públicos, ofrecían una imagen fuera de lo común, sin personas particulares, solo con el patrullaje de las fuerzas de seguridad, algunas autoridades y encargados de la coordinación sanitaria preventiva.
El silencio y la soledad se apoderaron de la ciudad de las mengalas, de la pepitoria y del mazapán. Adentro de las casas, las familias comentaban lo histórico de este toque de queda, los habitantes de mayor edad recordaban que fue una medida característica de los gobiernos militares de las décadas de 1960 a 1980.
En esta ocasión, el motivo es diametralmente distinto. Es necesario que la población permanezca adentro de sus casas para evitar el contagio del coronavirus, el cual ha causado alrededor de 325,000 enfermos y 13,800 enfermos en el mundo entero, hasta la fecha.
Como la mayoría de comercios, especialmente los dedicados a la venta de comidas y bebidas, también las casetas y otros negocios de la playa pública del lago de Amatitlán, tuvieron que cerrar sus puertas.
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