Por:
Óscar Fajardo Gil, Cronista
de la Ciudad de Amatitlán[1]
"A quien Dios quiere, nada
le falta" es el tema que inspiró la elaboración
del precioso nacimiento o pesebre navideño elaborado por la familia Ochoa
Calito, que celebró 50 años de mantener esta tradición.
El domingo 13 de enero 2019, en horas
de la tarde, tuvimos el honor de ser invitados a la finalización de la novena
en honor al Niño Dios y apreciar ésta valiosa manifestación de piedad cristiana
de tan apreciada familia.
¿Cómo fueron los inicios? Hace ya varias décadas, la
familia Ochoa Gutiérrez residía en la 5ª avenida y 8ª calle del Barrio El
Rosario, encabezada por don Federico Ochoa Guerra y "Mamá Goya" -
Gregoria Gutiérrez. Perseverantes en la iglesia católica,
tenían la costumbre de elaborar un vistoso nacimiento o pesebre navideño, en
torno a la imagen de un Niño Dios que se estima databa de principios del siglo
XX, por lo menos.
Mamá Goya cumplía años el 25 de
diciembre, por lo que no era raro que la celebración de la Navidad fuera aún más especial. Además de elaborar un nacimiento, le gustaba sacar en procesión a su
Niño Dios haciéndose acompañar de familiares y vecinos. Distintivo era el canto
"Que alegre la mañana", que
hasta la fecha es una herencia musical de su familia. Uno de sus hijos, Ángel María Ochoa
Gutiérrez "Papá Chanco", y "Mamá Carmen" Calito procrearon
una numerosa familia radicada en la 2ª avenida entre 9ª y 10ª calles del Barrio
San Antonio; sus hijos fueron: Betty, Angélica, Homero Fernando, Ángel René,
Héctor, Carmela, Edelmira, Sofía, Eduardo, Ana Dolores, y Dora.
Allá por 1968, "Mamá Goya"
dispuso pasar a vivir con la familia Ochoa Calito y por esa razón celebró con
ellos su última navidad, ya que meses después fue llamada a la presencia del
Padre Supremo. Desde entonces, en diciembre de 2018 se cumplieron cincuenta
años de la tradición del nacimiento de la familia Ochoa Calito.
El buen amigo Fernando Ochoa
Rodríguez, nieto de “Papá Chanco”, quien se ha esmerado por mantener vivo el
legado histórico de su familia, nos comentó que durante todo el año se dedican a
ver si se adquieren nuevos adornos o figuras como ovejas o pastores, tipo de
telas y flores, el papel parafinado como el de los sacos de harina que se
emplea para representar los muros de piedra de una gruta o cueva dentro de una
montaña, y otros aspectos generales del diseño. Propiamente la elaboración se emprende varias semanas antes del 24 de diciembre.
Las figuras que se emplean, han sido
compradas a través de los años y otras fueron mandadas a hacer, las hay de
yeso, cerámica, resina y madera. Algunas piezas tienen más de cien años. Nos
mostró también el caparazón de una tortuga que sobrepasa un siglo. Además de la
imagen del Niño Dios, otras como San José y la Virgen María, así como los Reyes
Magos fueron adquiridos posteriormente.
Se aprecia también en un lugar
preferencial la imagen del Santo Hno. Pedro de San José de Bethancourt, a quien
"Mamá Carmen" le tiene una devoción especial; en esta ocasión con una
pandereta, compartiendo el mensaje de la confianza y alegría en Jesús. Vale la
pena apuntar que este Santo guatemalteco es considerado uno de los principales
promotores de la elaboración de belenes, nacimientos o pesebres navideños en el
continente americano.
En términos generales, de acuerdo con
diversos autores, el nacimiento de la familia Ochoa Calito puede clasificarse
como: abierto, popular y costumbrista. Además de los ya mencionados, incluye
otros elementos como la representación del cielo, con esferas brillantes en
tonalidades oro y plata. Embreados. Vegetación variada, incluyendo hilos de manzanillas, palmeras datileras
y pascuas blancas, una fuente que se ha incorporado desde hace 15 años.
La iluminación incluye un sistema de
lámparas fijas estratégicamente distribuidas para alumbrar diferentes sectores.
Se prescindió de las tradicionales series intermitentes porque llegaron alguna
vez a generar demasiado calor y riesgo de prender en llamas.
Fernando Ochoa Rodríguez nos comparte
finalmente: "Los católicos debemos
conservar nuestras tradiciones, pero aún más importante es que vivamos cada
momento del ciclo, lo mismo la Navidad como la Cuaresma. No solo participar por
participar". OFG-20190113
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