domingo, 20 de agosto de 2017

Descanse en Paz CARLOS LEZANA HERNÁNDEZ "Super"

Por: Oscar Fajardo Gil[1]

A la edad de 83 años 9 meses 15 días fue llamado a la presencia del supremo Creador un personaje amatitlaneco que hizo de los peines, navajas y tijeras, más que herramientas de trabajo, verdaderos instrumentos de convivencia humana.


Carlos Lezana Hernández nació el 04 noviembre 1933, fue hijo de Braulio Lezana y Adelaida Hernández, hermano de Rosa, Licha, Queta, Medardo, Tomás y Chepe Lezana Hernández. Resulta que, aunque siempre nos tratamos como amigos, éramos parientes. Su papá y mi bisabuela fueron hermanos de padre. O sea que fue algo así como mi tío abuelo. Tu tío!!! – diría Chinés.[2] 


Cuando era patojo estaban de moda las historietas (comics o chistes) y antiguas películas de Superman.  Sus rasgos físicos le daban cierto parecido con Clark Kent y aquel súper héroe de la capa roja, y por eso a Carlos Lezana se le conoció desde entonces precisamente como “Superman” o simple y llanamente “Súper”.

A los 15 años de edad (allá por 1948) aprendió el oficio de peluquero, siendo su primer maestro Pedro Hernández García, popularmente conocido como “Chapacá”. “Ya después también hice mis últimas prácticas en la barbería de don Beto Gómez, que estaba en la esquina de la 3ª avenida y 5ª calle del barrio La Cruz, en la Casa de Altos”, me contó.[3]

Carlos Lezana estableció su propia peluquería, La Juventud, en 1950 en un pequeño local en la esquina de la 6ª avenida y 4ª calle del barrio San Juan, en la casa que ocupaba la panadería La Reina propiedad de su familia.

Algunos años después trasladó su peluquería a un local alquilado en la 7ª calle entre 2ª y 3ª avenidas del barrio San Antonio, frente al Parque Central de Amatitlán, a pocos pasos del recordado cine Florencia. Ahí estrenó dos modernos sillones Takara importados de Japón, una auténtica innovación en nuestro municipio.

“Rodolfo “Ratón” Roldán trabajaba en la peluquería Maya Excélsior en la ciudad capital. Fue él quien me motivó a encargar los sillones en almacén Hilatex de la 18 calle de la capital. Me costaron 150 dólares, en aquellos tiempos en los que el quetzal valía más que el dólar; para entonces se cobraba diez centavos por corte de pelo.”, recordaba Carlos Lezana.

La inundación de septiembre de 1969 afectó severamente todos los negocios del sector. “…ahí quedaron todos mis equipos, bajo agua y lodo. Por eso tuve que trasladar la peluquería a un local en la esquina de la 7ª avenida y 6ª calle del barrio San Juan, donde años después se estableció farmacia Nueva, frente a tienda de ropa Marcelita y a pocos pasos donde hasta la fecha se encuentra tienda La Reina, propiedad de mi familia”, hizo memoria Carlos Lezana.

Por entonces empezó a construir en un terreno de su propiedad en la 6ª calle entre 5ª y 6ª avenidas del barrio El Rosario, para donde se trasladó allá por 1970-72.  “Cuando fue el terremoto de febrero de 1976, ya tenía instalada la peluquería La Juventud en donde ahora se encuentra y donde ha permanecido por cuatro décadas”, me comentó Carlos Lezana Hernández, agregando que su próximo cambio de dirección ya solo podía ser al final de la 7ª calle poniente, en referencia a la dirección del Cementerio.

Barbería La Juventud rebasó los 60 años desde que fue fundada. Ahí estaba Carlos Lezana Hernández “Super”, quien cumplió  más de 80 años de edad desempeñando su oficio, con la prensa del día, las noticias de radio Sonora, el chiflido a manera de saludo y las tijeras bien afiladas. Bueno, siempre y cuando no fuera lunes porque ese día descansaba y aprovechaba para ir a echar un su colazo o hacer sus mandados.

Él fue uno de los homenajeados el 24 de junio de 2013, en el salón El Parquecito, durante la presentación de mi libro “Navajas, Peines y Tijeras”, tributo a los peluqueros y barberos de Amatitlán.

Fue peluquero y barbero hasta que pudo o mejor dicho hasta que no pudo. Su vista y sus manos cobraron tributo de cansancio y dejaron de tener la destreza que requería. Un día de 2016, tuvo que tomar la postergada decisión de cerrar para siempre las puertas de su barbería.


Lo vi y conversé brevemente con él en abril de este año, 2017, cuando fuimos, con José María Zamora García y Marco Augusto Gutiérrez, a visitar a su familia para entrevistar a su hermano Medardo, quien fue homenajeado por la Municipalidad durante la Feria de la Cruz como obrero de antaño. La salud de Carlos se había deteriorado considerablemente para entonces.

Anoche emprendió su camino de vuelta al Reino de los Cielos, con Papá Dios. Esta noche recibe el último adiós de sus amigos, vecinos y clientela, mientras su cuerpo es velado en Funerales Aguibel. Mañana lunes 21, por la mañana, será oficiada Misa de Cuerpo Presente en la capellanía de El Calvario, en el Barrio Hospital, desde donde será llevado al Cementerio General para recibir cristiana sepultura.

Hasta siempre mi amigo Carlos Lezana Hernández, gracias por tu aporte de identidad a nuestro pueblo. Descansa en Paz y disfruta de la merecida recompensa y la promesa de Dios, Nuestro Señor. Así sea.




[1] Cronista de la Ciudad de Amatitlán, Acdo. Mpal. 33-21-08-2014
[2] Mote de Roaldo Antonio García Ardón (QEPD) – Otro personaje de Amatitlán
[3] Entrevista OFG, 03 diciembre 2008

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