Por: Oscar Fajardo Gil, Cronista de Amatitlán
Verdaderamente nos da mucha tristeza saber que hay amatitlanecos que han destacado no solo a nivel nacional sino en el plano internacional, pero son prácticamente desconocidos para la mayoría de connacionales. Por eso nos hemos propuesto la tarea de tratar de recuperar los datos biográficos en nuestro libro CON NOMBRE PROPIO... LUCES QUE NO SE APAGAN y de esa manera ofrecer un permanente homenaje a quienes consideramos que bien merecido lo tienen.
El escultor Eduardo De León, conocido también como Pipo, nació en la ciudad de Amatitlán, el 9 de febrero de 1921, aunque algunos dicen que fue en 1923. Realizó estudios en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de 1947 a 1952. Ganó una beca a Francia en 1953, y a partir de entonces residió en ese país.
También estudió en la Escuela de Arte Italiano, sección cerámica, bajo la dirección del maestro ceramista Feltini y del pintor Savatini; además en la Escuela de Bellas Artes en París, sección de grabado bajo la dirección del pintor Georg. Fue considerado uno de los escultores más importantes de Latinoamérica. Su estilo era figurativo. Su técnica era talla directa en piedra y en madera, bronce, terracota y resina epóxica.
Con relación a la obra de éste gran escultor amatitlaneco, con motivo de una exposición de sus obras en la Alianza Francesa en julio de 1972, Edith Recourat decía:
“Guayo De León ha desarrollado a orillas del Sena una visión poética de formas y cadencias, frutos de otras latitudes y de otro ambiente. Sin perder nada de su savia original, podemos decir, aún sin verlos, que la evolución de Guayo hace honor al pais que lo vio nacer como al que lo hizo madurar.
Según la documentación que tenemos a la vista, en el tratamiento de la madera, Guayo De León ha respetado también el material, que es un lenguaje en sí. Utilizando madera veteada, olorosa a selva, realiza su obra con economía de medios que tiende un puente entre el primitivismo y lo abstracto. Respetando la forma del tronco, de la rama. Obedece a un imperativo orgánico y plástico transformándola en efigie antropomorfa que nos recuerdan las muñecas indígenas guatemalteca, los bastones de mando colombianos, los timones de buque de Yucatán y aquellas figuras del arte negro del Golfo de Guinea que han pasado a formar parte del folklore parisino. Casi vegetal todavía, su “Cosmonauta” se alza al espacio y lanza su queja en el concierto cósmico.
Sin embargo, es el bronce donde hallamos mejor plasmado el espíritu creativo de Guayo De León y más fluido su poder expresivo. La piedra lo ataba al pasato étnico, la madera a la selva petenera y a la matriz de la naturaleza. Con el bronce puede reasumir su contemporaneidad.
Sus “Jóvenes hombres jugando con pájaros”, todo ritmo y expresión, dinamizan el espacio en una triple síntesis de primitivismo, libertad espacial y contemporaneidad. Sellando esa manifestación de amistad y de intercambio fecundo entre nuestros dos países.
Guayo De León ofrece finalmente una cabeza de Miguel Ángel Asturias realizada en el espíritu de la escultura pre-olmeca de las costas del Pacífico. Favorablemente acogida por la crítica parisina, contribuye a mantener encendida la llama de la cultura guatemalteca en el corazón de París.”
Realizó y participó en numerosas exposiciones en Francia, España, Portugal, Italia, Brasil, México y Guatemala. Por su prolífica obra fue merecedor de múltiples premios en Guatemala, Francia e Italia. Sus obras han sido adquiridas por coleccionistas de: Guatemala, México, Brazil, Paraguay, Colombia, Estados Unidos, Inglaterra, Portugal, Italia, España, Francia, Hungría, Alemania, Japón e India. Es nuestra responsabilidad promover que su obra sea reconocida en Amatitlán y en Guatemala. Guayo De León falleció en 1995.
.jpg)
.jpg)
.jpg)
.jpg)
