martes, 22 de octubre de 2013

HASTA SIEMPRE PROFESOR TONO RODRÍGUEZ

El profesor Jorge Antonio Rodríguez se distinguió por su carácter serio y recio, tenía fama de bravo, no por casualidad uno de sus apodos fue "Disciplina". Pero había que conocerlo bien para saber que en su interior guardaba celosamente a un hombre capaz de ser buen amigo y orientador, era maestro por vocación.

Nació accidentalmente en Metapán, El Salvador, en 1950, pues su familia era originaria de Concepción Las Minas, Chiquimula. Hijo de madre soltera, fue criado con todo el esmero que era posible. Era buen estudiante y por su buen rendimiento logró ser becado, graduándose de Maestro en el glorioso INVO de Chiquimula.

Llegó a Amatitlán en la década de 1970, todavía veinteañero. Por su carácter a veces explosivo y enérgico lo asociaron con la región del oriente chapín, y por su origen mutero, otro de los motes con los que se le conoció fue "Tono Chiquimula".

Allá por 1976, él tenía a su cargo una de las secciones de sexto grado en la escuela Rafael Iriarte, establecimiento en donde llegó a jubilarse. Yo estudiaba con el Prof. Álvaro Alfaro en la otra sección. Recuerdo que, con sus alumnos, organizaba peleas de box, huertos escolares, refacciones para las que mandaba a comprar chicharrones con aguacates, rábanos, chile y tortillas. Le gustaban los desfiles y se esmeraba porque su grupo ensayara suficientemente de tal manera que mantuvieran un paso firme y bien coordinado.

Durante algún tiempo se dedicó a atender un pequeño taller de enderezado y pintura automotríz. Con el tiempo se trasladó a impartir clases en la escuela nocturna, por lo que dispuso de más tiempo durante el día para atender su taller.

A lo largo de varios años, tuve la oportunidad de compartir con él en diversas ocasiones. Recuerdo que cuando fui directivo cooperativista, en la década de 1990, combinamos un dibujo suyo sobre fondo amarillo con los dos pinos cooperativistas, mapa de Guatemala en azul y un pez tipo mojarra con una propuesta mía del nombre de la Cooperativa sobre 3 franjas horizontales (verde, blanco, y verde), con letras cursiva y destacando el nombre de UPA al centro. Así surgió el logotipo que hasta la fecha identifica a nuestra Cooperativa UPA.

A finales de la década de 1990, compartí con los profesores J. Antonio Rodríguez y Alfonso "Pelón" Milián, en el recordado Bar Señorial de la 3ª calle casi llegando al puente de La Gloria. No recuerdo porque razón, aquel lugar no tenía en esos momentos más clientes. Así que en un ambiente tranquilo, sin interrupciones y sin estridencias rockoleras, le dimos vuelo a la bohemia pepitera. La plática fue buena y abundante, todo lo contrario a las escasas boquitas que nos sirvieron. De todas maneras la pasamos muy bien.

Fue un hombre de bien, no tengo la menor duda. Por eso, al enterarme de su sensible fallecimiento el pasado 2 de octubre, dos días antes de cumplir 63 años de edad, estas líneas las escribo a manera de homenaje póstumo. Mis muestras de respeto y sentido pésame a la muy estimada y querida profesora María Clara Mazariegos Samayoa, con quien compartió su vida y su hogar, y también para su hijo el profesor Jorge Antonio Rodríguez Mazariegos, fruto y confirmación de la bendición de Dios, que ahora debe ser fortaleza para la tristeza y dolor que genera su partida. Que descanse en paz.

1 comentario:

  1. Que en paz descanse el profesor Jorge Antonio Rodriguez.
    A sus descendientes que Dios les de el bálsamo de la resignación.
    Gracias, Oscar Fajardo por estar a la vanguardia de la noticia.

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